Todo tiene su esfuerzo, y como tal su recompensa, ayer se demostró que existen personas en éste mundo en el que a veces, nos sentimos extraños, que ofrecen lo mejor de su persona al bienestar de otras, y así va rodando la rueda, incluso se va alargando la cadena, en la que está formada por eslabones personales.
En el Banco del Tiempo, se conjuga el servicio puntual, materialmente hablando, con la red natural que se va forjando, incluyendo amistad, confianza y seguridad, con la carga emocional que conlleva. Formamos una gran familia, en su diversidad de educación, edades, cultura y tradiciones, llevamos dentro el gen que nos transforma en personas que simplemente quieren ofrecer su tiempo y saberes, y así ir forjando en gran capital humano del que todas y todos nos beneficiamos.
Por supuesto no podemos dejar de dar las gracias, a quienes lo han hecho posible, desde sus inicios hasta nuestros días.
Os dejo un poema que se leyó para culminar el acto y dejar patente la filosofía del Banco del tiempo, basado en la confianza de las personas, cuyo autor es Luis Bueno, extraído desde su página de facebook,.
Hablándote en confianza,
como me gusta hacerlo,
durante mucho tiempo me
sentí más cómodo
dando que recibiendo,
entregando que pidiendo,
ofreciendo que
aceptando.
Durante muchos años, mi
condición natural,
con partes de
"buenismo",
partes de "adecuada
intención"
y partes de "deseo de
agradar",
me situaron en esa
corriente unidireccional y limitante.
Y dando, entregando,
ofreciendo, me sentía generoso.
Sin embargo, la vida me fue enseñando
que esa generosidad era incompleta,
que esa generosidad caminaba insegura,
que, en realidad, esa generosidad, no era tal.
Limitándome a entregar,
adquiría una posición preeminente,
merecedora de respeto, de reconocimiento y de
gratitud.
A un nivel profundo, esa apertura a la entrega,
desde el cierre a la recepción, me otorgaba
poder.
Y desde ahí, entregar era un lastre más que una
vela.
Una arrogante posición más que una humilde
actitud.
Y aprendí que la generosidad solo es tal
cuando se vuelve reversible.
En realidad, no eres generoso si no recibes
con la misma apertura de corazón con que
entregas.
Si no pides con la misma pasión con que ofreces.
Si no aceptas con la misma humildad con que
brindas.
Y cuando ambos sentidos de ida y vuelta
se abren paso en la corriente vital,
la generosidad se muestra radiante.
Generosidad de ida y
vuelta,
de reversible
condición
y el milagro del fluir
cobra vida.
No te equivoques...
no hay generosidad de un solo sentido.
Así que... te entrego lo que deseo
y acepto lo que me entregues.
Dar y recibir, la base fundamental de los Bancos del
tiempo.
Autor. Luis Bueno –poesía extraida de su página de
facebook, que saluda con su especial saludo y así mismo lo hago mío
SALUD Y PAZ
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